
La gestión de la ética empresarial va más allá de establecer códigos y normas y busca crear una cultura de integridad al interior de las compañías.
La buena empresa ejerce autocontrol sobre sus acciones y decisiones. Multiplica sus esfuerzos por transparencia y por erradicar la corrupción, y no acepta ninguna forma de abuso.
Si llegase a descubrir una conducta impropia con sus clientes, proveedores, trabajadores, accionistas o con la comunidad, la empresa es la primera en censurarla y sancionarla.
Es la mejor forma de crear un lazo de confianza con todas sus audiencias relevantes (stakeholders), lo que trae consigo lealtad mutua y rentabilidad sustentable en el largo plazo, pues se basa en el aprecio de la gente y en una reputación bien ganada.
Para ello, la empresa debe crear instituciones, establecer procedimientos y ponerse reglas que le permitan autorregularse. En otras palabras,…
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