La profesionalización de la gestión constituye un momento clave en las empresas familiares.
Este caso real —que ilustra la realidad de muchas empresas familiares— transcurre en una compañía argentina que comenzó sus actividades a principios del siglo XX, cuando un inmigrante italiano formó un taller semiartesanal.
Durante el curso de los años, la empresa creció hasta convertirse en una organización de cierta importancia que ocupaba a varios miembros de la familia.
En el camino se debió integrar personas ajenas a la familia para profesionalizarla, contratando a quienes poseían los conocimientos necesarios para su operación. La mayoría de los cargos de la alta dirección, no obstante, siguieron en manos de miembros de la familia.
Empresas familiares: un gerente que no sepa
A comienzos de la década de los 80, se encargó a una consultora que buscara un gerente general capacitado para guiar a la empresa en momentos…
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