No solo interesa la calidad de los productos terminados, sino atacar la grasa por mala calidad que se produce en los procesos.
Todos tenemos percepciones de “calidad” de productos y de servicios en nuestra vida diaria. Y habitualmente, atribuimos características de buena calidad a algo que o nos deja satisfechos, funciona bien, lo percibimos como “sólido”, u otros atributos.
Tendemos a reaccionar negativamente frente a productos o servicios que sean de mala calidad. En este sentido, el concepto de “buena calidad” parece ser relativamente claro para los productos con los que tenemos contacto día a día.
Sin embargo, lo anterior se aplica a los productos que ya están terminados y en nuestras manos. Para efectos de lograr eficiencia operacional, la necesidad de buena calidad se extiende mucho más profundamente en el sistema productivo.
Sillas con grasa
Tomemos como ejemplo la fabricación de una silla de madera. Supongamos que…
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