A las personas les gusta comprar, pero no les gusta que les vendan; suelen tener una “alarma de vendedor”. Para desactivarla no hay que vender, hay que cooperar; así suben las ventas.
Las personas compramos productos y servicios que necesitamos o queremos tener y también algunas veces actuamos en forma compulsiva. Aparentemente, lo disfrutamos, compramos hasta agotar el dinero y más.
Sin embargo, vemos a empresas complicadas por no poder vender. ¿Cómo resolvemos esta paradoja?
El problema es que si bien a las personas les gusta comprar, no les gusta que les vendan y no les gustan los vendedores.
Muchas veces ante la presencia de un vendedor, el cliente huye o se queda escéptico y discutiendo cada sugerencia. Es que cuando sentimos que alguien viene a quitarnos algo activamos nuestros mecanismos de supervivencia: defenderse o huir.
Como vendedores significa tener que lidiar con clientes distantes, recibir muchas objeciones,…
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